Empecemos por el principio:
Llegamos a Bérgamo, dejamos las maletas en consigna y nos vamos a desayunar al centro comercial de enfrente al que hay que llegar con espíritu aventurero atrasevando carreteras variopintas y poco señalizadas. Una vez dentro nos dispusimos a comprar jamón, queso y pan para desayunar, pero no fue tan sencillo como parecía a priori porque los precios no invitaban a compar demasiado. Al final nos decidimos por unas precarias lonchas de jamón y fuimos a por un café. De espaldas a la cafetería nos tomamos el bocadillo de esquinilleo para no pasar frío en la calle.
Ya con el estómago lleno, volvimos al aeropuerto y compramos 2 billetes de bus para Milán, donde nos orientamos superbien y llegamos al Duomo en poco rato. También paseamos por la galería y a la hora de comer ya estaba todo hecho porque no hay mucho más que ver. La plaza y la catedral son increíbles pero hay que tener cuidado con el tío de las palomas...5€ nos pedía el colega por 4 granos de maíz para las palomas...
Total que después de comer y descansar en el Mcdonald (nuestro habitual refugio) nos fuimos de nuevo al aeropuerto para pasar las 12 horas más interminables de nuestras vidas.
Todavía tenemos el culo planchado y marcado con los circulitos de los asientos.
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